Rubèn se estrena en CriminologyFair explicando lo que, como criminólogo y mediador comunitario, considera que NO es la mediación. Creemos que existe una gran confusión con este término y esperamos que sea de interés para todo aquel criminólogo/a que quiera adentrarse en este apasionante mundo que cada vez tiene más peso.

Lo que NO es la mediación

Por Rubèn García
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Una carencia de habilidades comunicativas, el bajo nivel de gestión de las emociones y la poca empatía hacia los que piensan de una forma distinta son algunas de las razones por las cuales tenemos tantos enfrentamientos en nuestra sociedad y por los cuales hacer pedagogía en cultura de paz es una de las primeras cosas que toca hacer en mediación. Es una cuestión habitual que las personas usuarias de esta forma de resolución de conflictos lleguen con pretensiones que no podemos cumplir, con ideas de intervención que nada tienen que ver con la mediación. Con este artículo pretendo arrojar luz a lo que es la mediación y a desmentir algunas de las falsas creencias que se tienen al respecto, a la par que hacer difusión de esta disciplina. Lo haré poniendo el foco en lo que no se debe esperar de este proceso de resolución alternativa de conflictos.

No solucionamos problemas. Y esta es la primera decepción que se llevan muchas personas que acuden a solicitar nuevos servicios. »Vengo a que me soluciones este problema» es una de las creencias erróneas con las que se acercan a la mediación algunas personas. Nada más lejos de la realidad. El problema no es nuestro, por lo tanto no podemos saber cuál es la solución más adecuada. Únicamente las partes del conflicto saben, aunque no sean conscientes de ello, cuáles son sus necesidades vulneradas por la problemática que les enfrenta. Desde la mediación podemos ayudar a traer a la consciencia de las personas sus propias necesidades, podemos ayudarles a expresarse de forma correcta para que la otra parte pueda llegar a entender, podemos empoderar para que expresen sentimientos y emociones y podemos ayudarles a que encuentren soluciones que les sean satisfactorias. Todo eso podemos hacerlo y lo hacemos, pero quienes solucionan el problema son las personas implicadas en el conflicto. Desde la mediación empoderamos a las personas para hacerlas responsables de sus problemas pero sin una predisposición por su parte será imposible llegar a acuerdos satisfactorios. 

No somos mensajeros. El »corre, ve y dile» no funciona en esta profesión, es más, las personas profesionales que ejercemos esta disciplina tenemos más bien poco que decir. Es un habitual que nos diga una de las partes lo que tenemos que hacer o decir para solucionar su problema, pero la mediación no funciona así. Nuestra función no es decirle a una de las partes como se siente o lo que quiere la otra parte. Nuestra función es crear el ambiente correcto para que se den las condiciones necesarias en las que las partes sean capaces de expresarse entre ellas de una forma asertiva. Crear un espacio donde se puedan sentir seguras y decirse para qué se posicionan de la forma en la que lo hacen. Ayudamos a que jueguen con las cartas sobre la mesa, pero no será la persona que medie la encargada de repartir esas cartas.

No somos policías ni jueces. Algo que puede parecer obvio, pero es un hecho que toca repetir bastante a menudo. Es una creencias que acompaña al »corre, ve y dile» que apuntaba anteriormente. Hay personas que acuden a la mediación con la idea de que obliguemos a la otra parte a hacer lo que ellos quieren. Y no es solamente que no vayamos a hacerlo, sino que además es una de las cosas que van en contra de uno de los principios básicos de la mediación, la voluntariedad. No podemos (ni queremos) obligar a alguien ni tan siquiera a que nos explique su posicionamiento frente a la problemática. Precisamente porque para que la mediación funcione es necesaria la predisposición de las partes. Predisposición que no existiría si se actúa desde la obligatoriedad de participar en el proceso. La mediación ayuda a que se encuentren soluciones de forma dialogada entre las partes, sin juzgar ni obligar. La opción contraria es la vía punitiva y estrictamente jurídica donde una persona que no conoce los entresijos del conflicto dicta la solución que considera adecuada desde su esquema mental y la ley vigente, sin tener en cuenta las peculiaridades que configuran la problemática en si.

Si conseguimos hacer entender a las personas lo que NO es la mediación, y a pesar de ello las partes siguen queriendo participar en el proceso, ya habremos avanzado gran parte del trayecto hacia la solución del conflicto. Tener conciencia de que se tiene un problema y la predisposición a implicarse en su resolución son las partes fundamentales para que la mediación sea una opción válida y viable de cara a encontrar soluciones que satisfagan a las partes del conflicto. Sin miedo a hablar, sin miedo a abrirse hacia la otra parte y queriendo defender tus necesidades pero sin querer perjudicar al otro y, por lo tanto, implicándose para buscar soluciones que puedan satisfacer a todos. 

Muchas gracias por leernos, ¡juntxs somos más fuertes!

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Bibliografía

Casanovas, P., Magre, J., y Lauraoba, M. E. (2010). Llibre blanc de la Mediació a Catalunya. Barcelona: Huygens Editorial.

Fundación Servicio Interconfederal de Mediación y Arbitraje. (2019). Guía de las buenas prácticas en mediación. Madrid.

Rodríguez, G. (2011). Principios básicos de la mediación y resolución alternativa de conflictos penales. Revista Crítica Penal y Poder, 2011( 1), pp. 151-157.

San Cristóbal Reales, S. (2013). Sistemas alternativos de resolución de conflictos: negociación, conciliación, mediación, arbitraje, en el ámbito civil y mercantil. Anuario Jurídico y Económico Escurialense, XLVI, pp. 39-62.