En el artículo de hoy tenemos la oportunidad y el placer de leer de nuevo a Helena García Amo, socia de CriminologyFair. En esta ocasión, nos hará una reflexión sobre la ubicación del Criminólogo en España. Además creemos que complementa muy bien la entrevista a Asier Moneva ya publicada. Vamos a ello.
Criminología, actualidad y academia
Este es un artículo sobre el estado de la Criminología, donde se abordará, no una rama de la ciencia criminológica o algún hecho desde un prisma criminológico, sino cómo se desarrolla la Criminología como ciencia en España, y el papel del criminólogo en este aspecto. Cualquier otro supuesto, en este momento, sería cometer un error en el punto de partida del reconocimiento de la función de una ciencia en auge y en el análisis de la situación de unos profesionales que están, en muchos casos, desamparados y estancados.
Si bien la Criminología es una ciencia cada vez más famosa, con mayor presencia en medios de comunicación, en series y novelas, y en el imaginario social, tenemos un problema. En estos últimos tiempos estamos viviendo el auge de la Criminología como ciencia, tanto a nivel formativo como a nivel de fama. Pero el reconocimiento al criminólogo y a su función social y académica sigue sin llegar.
¿Por qué la mayoría de la ciudadanía sigue sin saber qué es o para qué sirve un criminólogo? ¿Hacemos lo suficiente para darnos a conocer a nosotros como profesionales y poner de manifiesto nuestras competencias? ¿Hasta qué punto es responsable la academia de la actual situación de los criminólogos y de la Criminología? En las siguientes líneas trataré de responder brevemente a estas tres cuestiones para intentar comprender la situación actual de la Criminología y del criminólogo en la sociedad.
En primer lugar abordaremos el conocimiento y reconocimiento de la Criminología como ciencia, y de los criminólogos como profesionales, por parte de la ciudadanía. Pese a ser de los estudios universitarios con más tirón, lo cierto es que la ciencia criminológica sigue siendo desconocida, hasta el punto en el que, muchas veces por romanticismo, o directamente por desconocimiento, estudiantes se matriculan esperando encontrar formación en investigación forense y criminal, en lugar de formación basada en ciencias jurídicas y sociales – de ahí que la mayoría de Universidades encuadren sus grados en Criminología dentro de las Facultades de Derecho. Y esto pasa por dos factores fundamentales: uno es la proliferación de series y libros y novelas y manuales que pueden hacer parecer que la Criminología y la Criminalística son idénticas; el otro, la poca difusión de la actividad real del criminólogo, y por ende de la ciencia criminológica. En España creemos que el criminólogo está formado para perfilar, para analizar escenas del crimen, para formar policías y para muchas otras funciones para las que los conocimientos adquiridos durante el grado universitario no nos preparan ni cualificar especialmente ni específicamente. Cuando nos damos cuenta, echamos los brazos al aire y clamamos al cielo, pero nos cuesta una barbaridad organizarnos y divulgar, cada uno desde su lugar y con los medios que tenga a mano. Al igual que en su día hicieron psicólogos o sociólogos o antropólogos, incluso los filósofos, debemos acercar nuestro conocimiento al público, para que se nos conozca y reconozca, para lograr una mejor inserción laboral y alcanzar el objetivo de situar a la Criminología como ciencia al nivel de influencia y operatividad que los criminólogos sabemos que tiene. Porque la Criminología puede aportar mucho a la sociedad, si sus herramientas se usan y aprovechan, y está en nuestras manos como criminólogos el conseguirlo. Quejarse y lamentarse no solucionará el problema. Ahora queda por saber, ¿estamos dispuestos a movernos, a acercarnos y a popularizarnos o preferimos quejarnos, estancarnos y no llegar nunca a desempeñarnos como criminólogos?
En segundo lugar, es menester atender a nuestra labor como divulgadores y como científicos en la sociedad. Si bien se ha mencionado anteriormente la divulgación y el acercamiento a la sociedad como una posible solución, debemos analizar cómo podemos realizarlos para lograr el objetivo de no alienar a otros profesionales, a la sociedad, al Estado y, también, a la academia y la Universidad. Hasta hace unos pocos años, aproximadamente una década, no comenzaron a salir de las Universidades españolas criminólogos formados únicamente en Criminología, pues hasta entonces la mayoría de personas que desarrollaban la ciencia criminológica eran juristas, sociólogos o psicólogos de formación, que habían terminado por formarse en el campo criminológico más o menos formalmente. Pues bien, si bien sus aportaciones siempre serán referentes, ahora que ya podemos contar con varios cientos de criminólogos, ¿tenemos miedo de apagar sus voces con las nuestras, o simplemente no queremos desarrollar más la ciencia o tomar las riendas? Una queja recurrente es que no se nos permite publicar o divulgar porque otros que no son criminólogos, incluso que confunden Criminología y Criminalística, tienen preferencia para publicar. Esto es un error, pues nos limita como profesionales y como divulgadores: la mera queja sin toma de acción y de palabra nunca ha resuelto nada. Es más, esta queja esconde una excusa, porque ¿cuántos hemos intentado publicar, a cuantos nos han negado la posibilidad, y cuantos hemos recurrido a otros medios para poder hacernos oír? Ahí reside el problema, porque conocimiento criminológico lo es independientemente de que el título del redactor sea o no el de criminólogo, por lo reciente de la Criminología como estudio universitario independiente en España. Si no creemos que el conocimiento y el reconocimiento sea el adecuado tenemos herramientas para actuar: intentar que se nos publiquen respuestas, manifestarse en redes sociales, crear publicaciones independientes, emplear plataformas alternativas de comunicación, intervención en medios de comunicación (periódicos y revistas suelen acoger bien las aportaciones externas).
Finalmente, queda por abordar la responsabilidad de la Universidad y la academia en la actual situación de la Criminología como ciencia, y del criminólogo como profesional en la sociedad española. Desde la humildad, el primer eslabón de la cadena es donde empieza el problema: se vende la Criminología como una formación que tiene muchas salidas laborales y también como lo que no es, esto es, una ciencia forense. Folletos informativos, entrevistas a “criminólogos” en medios de comunicación, promoción del criminólogo como funcionario, informaciones en los medios que transmiten una falsa realidad sobre los estudios de Criminología y la inserción laboral de sus graduados. Y todo esto, fomentado y permitido por quienes crearon e imparten los grados en Criminología: las Universidades y los referentes académicos. En este punto, y en las actuales circunstancias, ¿qué podemos hacer? Habría varias opciones, empezando por permanecer vinculados a la academia y a la Universidad, pasando por hacer conocer a la sociedad y a estudiantes jóvenes qué es y para qué sirve el criminólogo, o por asociarse o colegiarse, hasta llegar a crear blogs o plataformas de difusión y divulgación en las que se señalen y aborden estas temáticas para poder afrontarlas y solucionarlos los problemas derivados del marketing y la mala representación.
Como criminólogos no podemos esperar que otros hagan esta tarea por nosotros.
Muchas gracias por leernos, ¡juntxs somos más fuertes!
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